jueves, 8 de julio de 2010

La Casa de las Carnes


por Marcelo Beltrand Opazo


Pensar en carnes, generalmente, es pensar en un buen asado, la parrilla, el bueno vino, la conversación fraterna. Decir asado, es gatillar en forma automática recuerdos y sabores que nos han marcado a lo largo de nuestras vidas, con nuestros padres y luego reproduciendo lo aprendido, con nuestros amigos y familiares. Bueno, comento esto porque en varias ocasiones he tenido la oportunidad de comer en la Las Carnes de Morandé y mi memoria recurre a esas imágenes al momento de degustar, sus platos generosos de carnes y agregados. La última vez que estuve en el local de Morandé 538, pedimos Costillas de Cerdo y Papas cocidas uno, y el otro Lasagnas a la Putanezca, que acompañamos con un Cabernet Sauvignon Reserva de la Viña J. Bouchon. Las Costillas, asadas con la calma que requieren, estaban en su punto exacto y la Lasagna con salsa Putanezca, invadía todos los sentidos. La selección del vino, con cuerpo, ante tanto aroma y sabor, fue la elección correcta.
Estoy convencido que comer, es una experiencia total, donde los sentidos debieran actuar por completo, todo debe estar a disposición de estos: la presentación, los aromas, el sabor y cuando se debe, lo crujiente del bocado. En esa oportunidad, los sentidos fueron los actores principales de platos preparados por expertos.
Dejo hasta aquí los recuerdos para esta nota, porque el postre, el café y, el bajativo, se quedan conmigo, para otra ocasión.

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